Soy docente de arte y mi primer estudiante extranjero fue un niño de los Estados Unidos. Él me hablaba en inglés, y aunque entendía lo que decía, sentía una gran limitación para poder responderle. Como profesora de niños y adolescentes, sabía que debía mejorar mi inglés para enseñar mejor y conectar con personas de otros países.
Tras probar varios métodos como aplicaciones gratuitas, me di cuenta que no avanzaba. Fue entonces cuando descubrí Open English. Lo que más me atrajo fue su metodología que no se basa en memorizar, sino en sumergirte en situaciones cotidianas del idioma, como una inmersión total. A los dos meses, ya entendía mucho mejor el inglés. Las clases en vivo y la flexibilidad horaria fueron claves para mí, ya que mis horarios son muy cambiantes.
